Tarjeta alimentaria, la gran medida de Alberto Fernández para luchar contra el hambre: cómo optimizarla al máximo

El arroz, la polenta y los fideos mitigan el hambre, pero no aportan los nutrientes claves para el desarrollo mental y físico durante la niñez. minutouno.com habló con expertos de distintas áreas para analizar el caballito de batalla del nuevo gobierno para nutrir a los más necesitados con el menor costo posible.

 «Gobernar es establecer prioridades», repetía en campaña una y otra vez el presidente Alberto Fernández, que asumió este martes con cifras alarmantes: seis de cada diez chicos argentinos pasan hambre, según datos del Observatorio de la Deuda Social de la UCA.

Fernández eligió al diputado Daniel Arroyo como titular de Desarrollo Social del Gabinete, pero antes de entrar en funciones el ministro ya había empezado a darle forma al plan nacional «Argentina contra el hambre», que impulsa el Presidente.

Arroyo anticipó su implementación a minutouno.com: «En Argentina hay 8 millones de personas que reciben asistencia en merenderos, en comedores, por las iglesias, por organizaciones sociales y por el Estado. El 20% son madres de chicos menores de 6 años y el problema más grave en el país es que mes tras mes baja el consumo de leche. Vamos a entregar una tarjeta de alimentos que no permite extraer dinero del cajero sino comprar comida para que las madres puedan adquirir lo que quieran. Las orientaremos mucho hacia 13 rubros sobre todo a carne, verduras y lácteos. La persona compra alimentos, se decodifica y un grupo de nutricionistas y promotores de salud le dicen: ‘fijate que estás comprando poco de esto, andá por allá'».

«Cualquier persona tiene que hacer cuatro comidas: desayuno, almuerzo, merienda y cena. Una alimentación saludable debe incluir determinados alimentos para llevar a cabo todas las funciones del cuerpo», explicó la licenciada en Nutrición Teresa Coccaro|. El énfasis tiene que estar en la inclusión de calcio, fibra, proteínas y otros nutrientes en las dietas infantiles, que difícilmente se obtengan de la harina blanca o del mate cocido.

«El calcio es clave para los huesos y los dientes. Un grande se sacrifica, pero un niño en edad de crecimiento no. Desayunar o merendar sólo con mate puede predisponer a la osteoporosis, a una mayor probabilidad de fracturas cuando corren o juegan», señaló la especialista.

El desayuno familiar debería incluir un vaso con leche o yogur (o de un sucedáneo más barato, porque «antes que nada es preferible que tenga algo de lácteo» por el aporte de calcio), una porción de granola o pan casero («con un poco de agua y harina podés lograr uno más barato que el de la panadería o el embolsado del supermercado», señaló Coccaro), y una fruta de estación, que suele ser la más barata en la verdulería.

Así, una taza de té con leche acompañada de un bol de cereales con yogur y una manzana o banana cortada en cubitos podría ser un desayuno completo para un niño en edad escolar. Cada rodaja de pan «equivale a dos cucharadas soperas de avena», según Coccaro, o sea que un kilo de copos de avena arrollada (a $165) «rendiría muchísimo más» que una hogaza.

 

 

 

 

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